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Corría el año 1965 cuando un grupo de muchachos en servicio militar representó a España para disputar, por primera vez, la copa del Mundial de Selecciones Militares y, dirigidos por el teniente coronel de Aviación, Luis Alfonso Villalaín, la ganaron. Aquel fue nuestro primer Mundial, 45 años antes de que Iniesta nos hiciera vibrar desde Sudáfrica.
La copa, organizada por el Consejo Internacional de Deporte Militar, se jugaba entre las selecciones militares nacionales de aquel entonces. Cuando los pupilos de Villalaín entraron en la competición, ya se jugaba la 14ª edición.
Villalaín, un gran amante del deporte, marido ejemplar y padre y abuelo entrañable, era militar de Aviación desde 1936 y sabía lo que se proponía, pues ya había sido entrenador profesional del Racing y del Murcia, donde obtuvo el título de campeón de España juvenil.
Con el irrisorio salario que cobraran los militares de aquella época, Villalaín, que también era director del aeropuerto de Santander, buscaba otro tipo de actividades que le motivasen y que además, le permitieran obtener una compensación extra. Y fue así como se decidió a guiar a aquella selección de 1964 hasta el 1968.